Por Carolina Flores Hine
Apenas un aire nació en México en un periodo en el que estuve viviendo en lo que hasta hace poco llamábamos Distrito Federal. Al regresar a Costa Rica hice varios intentos de continuar pero la historia había quedado sembrada a más de dos mil kilómetros. La experiencia en algo se parece a esa ficción de las sesiones espiritistas, porque los personajes se negaban a «hablar» en Costa Rica. En cierto modo, nos habíamos quedado en esa hermosa casa amarilla en la colonia Roma.
Así que el libro fue escrito a brincos, en espacios de tiempo en los que podía viajar a México por períodos más o menos largos que me permitieran sentirme de nuevo en casa, hacer vida «normal», si es que algo de lo que pasa en Ciudad de México puede catalogarse así.
Finalmente tuve los capítulos completos. Eso fue antes del terremoto del 19 de setiembre del 2017, un evento que me hizo dudar de publicar la novela. Hay una estrecha relación entre el otro 19 de setiembre, el de 1985, y las protagonistas de Apenas un aire, así que imaginar que de alguna manera la historia pudiera verse como una utilización de esa tragedia me hizo pensar en abandonarlo todo. Sin embargo, seguí adelante, gracias a la sabiduría de Luis Chaves y a su capacidad de ser facilitador de un proceso que algunas veces se pareció más al coaching literario que a lo que normalmente imaginamos como un taller.
Luego lo enviamos a Óscar Castillo de Uruk Editores, quien decidió acoger la novela como parte de la colección Sulayom. Para mí, es un orgullo que sea Uruk la editorial que publique este libro, no solo por estar en un catálogo al lado de escritores y escritoras tan talentosas; sino por ser apoyada por un emprendedor que se ha comprometido a abrir espacio a nuevas voces y a sostener el sueño de ver crecer una editorial independiente.
Siguieron varias revisiones y tuve la suerte de contar con la ayuda de Belén Carranza, quien con su ojo de comunicadora y su cultura mexicana me ayudó a pulir detalles que mejoraron el texto.
Finalmente hubo otro ser que sin siquiera conocerme, se subió en este tren: Takato Marui, fotógrafo japonés, quien sin dudarlo ni un segundo accedió a autorizarnos a usar su foto para la portada. m-louis tenía entre sus fotos de escenas cotidianas, la imagen que yo miraba en mi cabeza.
Y ha llegado el momento de que Alma, Nadine, Adrián y todos los demás personajes les cuenten sobre ese viaje sin rumbo, como la vida.